Mientras esperamos, Amador/a, por el episodio final de la trilogía, con el que nuestro querido preceptor Fernando Savater nos sorprenderá algún día, en ese estilo paternal que le caracteriza, mucho más tolerante que James Mill, menos descastado que Jean Jacques Rousseau, como soy un poco mayor que tú, quisiera hablar contigo de algunas cosas, más allá de la ética y la política, de las que nadie te ha hablado, ni posiblemente te hablará.
Para comenzar, creo que deberías conocer por ti mismo/a a los filósofos, ahora que ya sabes lo que dicen sus divulgadores. Será duro, te costará esfuerzo y tiempo, eso que llaman trabajo, que es lo contrario del paro, para que lo entiendas; deberás participar menos en el Messenger, el Twenti, el Facebook, y renunciar a algunas horas de vídeoconsola, no pasarte tantas horas muertas con los amigos resolviendo los problemas de tu pequeño mundo, para que pueda encajar de alguna forma en ese gran mundo de los otros, porque no se te olvide que ese gran mundo de los otros no es más que una agregación de los pequeños mundos de todos; haz que tu pequeño mundo sea el mejor entre todos ellos y verás como, por arte de magia, el gran mundo cambia y se parece más al que te agrada, pero empieza por cambiar tú, antes de exigir que cambien los demás.
En fin, deberás reducir la cuenta de tu móvil, estableciendo puentes de comunicación con la gente mayor que te rodea, traspasando esa frontera invisible que te separa del mundo de los adultos, que te habrás fijado que van como locos, y de los más viejos, que les observan callados, para poder hablar con tus padres y abuelos de lo que sea; pero si la fortuna te ha librado de cualquier vínculo con algún posible predecesor, búscate algún mayor entre los que conoces, que sea de tu confianza, porque lo que te van a contar los seres humanos directamente, no lo vas a encontrar por ti mismo/a ni en los libros, ni en internet. Y por lo que más quieras, no pienses nunca que en el botellón, las drogas, o el sexo vas a encontrar la tranquilidad que solo te va a conceder responderte a las preguntas que te haces y vas a hacerte. Los placeres que te ofrezca la vida los disfrutarás mucho más estando sobrio, te lo puedo asegurar.
Tan importante como conocerte a ti mismo/a, es conocer a los demás. Me escaquearé de impartir doctrina contigo, simplemente te daré algunas referencias, para que puedas buscarte la vida por ti mismo/a. La primera, quizás la más importante, es que al contrario de lo que debes hacer en los conocimientos aplicados de las ciencias, abjures siempre de lo que te digan los profesores sobre lo que es el ser humano, y entiéndelo bien, no me refiero a la historia del ser humano y su evolución, que tienes que conocer, y ellos sabrán comunicarte, sino al ser humano actual, a ti y los que te rodean, porque todo lo que puedas conocer por ti mismo/a, es sin duda mejor que lo que te pueden ofrecer los demás. Elije siempre por ti mismo/a, no te conformes nunca con lo que otros hayan elegido para ti. Eso quiero que no se te olvide jamás, es muy importante.
Un criterio propio
Para eso debes tener un criterio particular, claro, que te permita tomar una decisión correcta. Un criterio es el producto del conocimiento libre y la experiencia propia. Una decisión correcta, es la mejor de las posibles dentro de las circunstancias existentes. Todo lo que no está ceñido a las circunstancias existentes es ideología, pero eso lo dejaremos para otro día. De las experiencias propias, creo que tú me podrías dar lecciones, sin duda tienes muchas más experiencias diarias de las que yo tengo, porque aún estás ensayando con la vida, yo ya no puedo hacerlo, he tomado muchas más decisiones por eso soy menos libre, pero tengo mucha más seguridad; la seguridad que todos los seres humanos buscamos, con el paso del tiempo nos reduce la libertad, al convertirnos en “caballos de hierro” que avanzan obligatoriamente por las vías de la rutina y la costumbre. La adquisición de conocimiento libre, sin ataduras previas, es importante, no es lo mismo el que adquiere su cultura viendo “reality shows” en la tele, que el que ha leído a Platón o Voltaire, ha viajado por el mundo, y se ha dejado influir por los que saben más que él.
La Cultura es como una gran montaña para un escalador, siempre difícil y arriesgada en su comienzo, pero hay que acometer su ascenso antes de que la oscuridad de su sombra nos lo impida, porque es cierto que las largas horas de lucha en la subida nunca van a ser un gran espectáculo de masas, ni nadie va a premiar tu esfuerzo, pero si no adquieres toda la cultura que puedas, ahora, terminarás contemplando la vida desde un objetivo estrecho, como una mirilla, siempre la misma imagen, que te terminará aburriendo soberanamente, hasta olvidarte incluso de que estás vivo. La Cultura permitirá ampliar tu mirada, acercando y alejando el objetivo, contemplarás entonces la realidad en su magnífico esplendor, no solo lo que los demás quieren que veas, no solo lo que tú incipiente ceguera por desuso o abuso te permitirá ver. Eso te permitirá mezclarte con el mundo sin miedo, y ese intercambio con todos los demás, es lo que te dará motivación para seguir adelante en busca de tu propio horizonte. El premio es poder hacerlo cada día, sin tener que renunciar a ser lo que realmente eres.
Sabes que nuestro querido Fernando, como nuestro amigo Marina, y otros muchos, como los alegres muchachos del UPyD, y los simpáticos compañeros del PSOE, son partidarios de implantar una asignatura que, con el rimbombante nombre de Educación para la Ciudadanía, tiene la pretensión de desintoxicar a los más jóvenes de los materialismos consumistas y políticos a los que están sometidos. Yo no soy partidario de esas cosas, aunque creo en la fuerza de la Educación, desconfío demasiado de lo que se puede hacer con ella, en un tiempo de cambios culturales como el que vivimos, porque la cultura no es una creencia, sino una realidad. La Cultura no se puede enseñar como las matemáticas, la historia o la biología, que también son Cultura, hay que adquirirla por contacto directo con el mundo, con los demás, no convertirse una vez más en espectadores, sino en actores, si quieres protagonistas, porque la Cultura, con mayúsculas, es una obra acumulada de todos/as en un tiempo determinado, antes circunscrita a determinados lugares, pero ahora el único lugar es el mundo, con unos cuantos matices de diversidad que permiten que algunos no seamos clones, ni borregos, ni esclavos.
Dentro de ese mundo global, nosotros somos españoles, europeos, occidentales, esa es nuestra identidad cultural común, que algunos quieren usurpar para que prevalezcan sus intereses y beneficios. Vivimos formalmente en una democracia liberal (otra falacia) y nuestra renta per cápita nos permite que no pasemos hambre física, pero todavía no nos da para que vivamos sin la desnutrición cultural que nos caracteriza, gracias a los políticos que tenemos, que retrasan la llegada del futuro como un pesado lastre, porque tienen más miedo de lo que les pueda ocurrir a ellos personalmente, aunque digan que es por nuestro bien todo el daño que nos hacen.
En esto de la política, quiero hacerte otra advertencia, ten en cuenta que lo particular nunca debe oponerse a lo común, sino mantener un equilibrio armónico entre ambas condiciones del ser humano. En nuestra sociedad hay que defender lo común tanto como lo privado, porque lo privado no podría existir sin lo común, y lo común, tampoco hubiera sido como es, sin defender lo privado. Una simbiosis de ambos es lo mejor. Es un grave error contraponer lo particular y lo común, pero precisamente es lo que hacen los políticos todos los días. Lo particular forma parte de lo común, pero sin confundirse en lo homogéneo, manteniendo la pluralidad.
Falacias discernidas
Fíjate lo que han hecho los nacionalistas en España, limitar el conocimiento a su verdad, al igual que hacían los franquistas, creando generaciones de borregos nacionalizados, estigmatizando a los jóvenes con su visión particular, adoctrinando en su práctica ritual, con el mismo proselitismo que los clérigos y frailes de la Edad Media ejercían por librar del demonio a sus feligreses, secuestrando culturalmente a todos los desgraciados que sufren sus falacias. En fin, con estas cosas de rellenar cerebros con datos, mejor no hacer experimentos, porque el daño puede y suele, ser irreversible. En un mundo en que las piernas de Cristiano Ronaldo son más valiosas que la sabiduría que entraña el conocimiento y la experiencia de un Premio Nóbel, o el sufrimiento de los más desafortunados, no debemos quedarnos satisfechos.
Pero ahí precisamente radican la grandeza de la libertad y la tolerancia, porque aunque no compartamos lo que otros hacen, siempre que lo hagan legalmente, está bien hecho. Los perjuicios morales no deben limitar el escenario de nuestra existencia, tanto como lo puede hacer la ausencia frívola de cualquier norma. La razón y el sentido común deben ejercer su imperio en la justicia humana, esa es la única norma que todos debemos asumir, para que luego podamos elegir las que nos parezcan mejores según nuestro criterio y cultura. Teniendo en cuenta que las creencias forman parte de la cultura, al igual que el conocimiento y la experiencia.
No quiero agobiarte demasiado, así que iré concluyendo, poniéndote un último ejemplo de lo que digo con ese partido político con nombre de compañía de transportes, que ha creado Fernando, con Rosa y Carlos, para explicarte lo que es una falacia, algo muy importante que debes conocer sin más dilación.
Una falacia es una mentira, habitualmente urdida por alguien con la finalidad de engañar al prójimo. Sí, también es una estafa, un timo, un acto de hipocresía, una propaganda fraudulenta, una publicidad sospechosa, una injerencia violenta y una inmoralidad tan flagrante como un delito esclarecido.
Una falacia consiste en ofrecer algo que se sabe de antemano que no se va a cumplir. Como cuando Rodríguez Zapatero ofreció pleno empleo al final de esta legislatura para ganar las elecciones y vamos ya por el 20 % de desempleo. Pues algo parecido ocurre en esta cosa que es la UPyD, porque de ofrecer regeneración democrática, se ha pasado a crear, con el esfuerzo de todos, eso sí, una propiedad manifiestamente mejorable, como un cortijo de la Duquesa de Alba, para Rosa Díez y sus palmeros; de considerar que la democracia era el único medio de convivencia posible, se ha pasado a crear una aristocracia de incompetentes que utilizan el poder con la poca luz que les ha concedido la naturaleza; de decir que la libertad era algo irrenunciable, se ha pasado directamente a la purga estalinista y la exterminación política de todo el que ha osado manifestar sus discrepancias; de considerar que la igualdad entre los compañeros era también irrenunciable, se ha pasado a distribuir privilegios por simpatías de la gran sacerdotisa y sus coadjutores hacia sus edecanes más entusiastas. La justicia ha quedado relegada a la conocida “ley del embudo” del feudalismo, inexistente para los señores y extrema en su aplicación para los siervos.
De Séneca a Savater
Y Fernando Savater, que tantas cosas nos ha enseñado, en esta ocasión se calla como una hetaira, porque le conviene, participando con su silencio de la falacia ejercida en la segunda obra social que ha contribuido a crear –la primera fue Basta Ya-, sin decir siquiera que lo que se está haciendo en su partido, es precisamente todo lo contrario de lo que él nos ha recomendado previamente en sus obras más conocidas: Ética y Política para Amador.
En las cosas de la política, nunca te fíes de nadie, Amador/a, solo de ti mismo/a, por eso es tan importante que tengas un criterio propio, que junto con tu voluntad e inteligencia serán siempre tus virtudes más preciadas. Para eso sirve la cultura, porque estas cosas que hace Savater, también las hacía nuestro compatriota Séneca hace dos mil años, cuando decía, después de haberse forrado con los negocios del momento, que ya le gustaría a él estar a la altura de hacer lo que proponía en su estoica filosofía, la más acertada de todas según sus palabras, pero él, pobre mortal, no alcanzaba la condición humana que requería predicar y dar ejemplo al mismo tiempo, aunque al menos tuvo la gallardía de hacernos ese precioso legado por escrito.
Los humanos somos así de contradictorios, palabra y obra son cosas diferentes. En política, la distancia entre lo que se dice y se hace, se mide en numerosas ocasiones en el rango de falacias, en menor cuantía en el de impotencias, y algunas, todavía más escasas, en el de imposibilidades. Distinguirlas y reconocerlas debe formar parte de tu discernimiento particular, para poder conocer y rechazar todas las argucias que te ofrezcan los actores del juego, con el único fin de seguir engañándote. El autoritarismo surge donde el ser humano ha dejado de ser respetado, no lo olvides.
Cuídate de las falacias, Amador/a, son mucho más peligrosas, incluso, que la estupidez humana, a pesar de lo que diga Cipolla.
Eli-Jo, la berenjena laica
Para comenzar, creo que deberías conocer por ti mismo/a a los filósofos, ahora que ya sabes lo que dicen sus divulgadores. Será duro, te costará esfuerzo y tiempo, eso que llaman trabajo, que es lo contrario del paro, para que lo entiendas; deberás participar menos en el Messenger, el Twenti, el Facebook, y renunciar a algunas horas de vídeoconsola, no pasarte tantas horas muertas con los amigos resolviendo los problemas de tu pequeño mundo, para que pueda encajar de alguna forma en ese gran mundo de los otros, porque no se te olvide que ese gran mundo de los otros no es más que una agregación de los pequeños mundos de todos; haz que tu pequeño mundo sea el mejor entre todos ellos y verás como, por arte de magia, el gran mundo cambia y se parece más al que te agrada, pero empieza por cambiar tú, antes de exigir que cambien los demás.
En fin, deberás reducir la cuenta de tu móvil, estableciendo puentes de comunicación con la gente mayor que te rodea, traspasando esa frontera invisible que te separa del mundo de los adultos, que te habrás fijado que van como locos, y de los más viejos, que les observan callados, para poder hablar con tus padres y abuelos de lo que sea; pero si la fortuna te ha librado de cualquier vínculo con algún posible predecesor, búscate algún mayor entre los que conoces, que sea de tu confianza, porque lo que te van a contar los seres humanos directamente, no lo vas a encontrar por ti mismo/a ni en los libros, ni en internet. Y por lo que más quieras, no pienses nunca que en el botellón, las drogas, o el sexo vas a encontrar la tranquilidad que solo te va a conceder responderte a las preguntas que te haces y vas a hacerte. Los placeres que te ofrezca la vida los disfrutarás mucho más estando sobrio, te lo puedo asegurar.
Tan importante como conocerte a ti mismo/a, es conocer a los demás. Me escaquearé de impartir doctrina contigo, simplemente te daré algunas referencias, para que puedas buscarte la vida por ti mismo/a. La primera, quizás la más importante, es que al contrario de lo que debes hacer en los conocimientos aplicados de las ciencias, abjures siempre de lo que te digan los profesores sobre lo que es el ser humano, y entiéndelo bien, no me refiero a la historia del ser humano y su evolución, que tienes que conocer, y ellos sabrán comunicarte, sino al ser humano actual, a ti y los que te rodean, porque todo lo que puedas conocer por ti mismo/a, es sin duda mejor que lo que te pueden ofrecer los demás. Elije siempre por ti mismo/a, no te conformes nunca con lo que otros hayan elegido para ti. Eso quiero que no se te olvide jamás, es muy importante.
Un criterio propio
Para eso debes tener un criterio particular, claro, que te permita tomar una decisión correcta. Un criterio es el producto del conocimiento libre y la experiencia propia. Una decisión correcta, es la mejor de las posibles dentro de las circunstancias existentes. Todo lo que no está ceñido a las circunstancias existentes es ideología, pero eso lo dejaremos para otro día. De las experiencias propias, creo que tú me podrías dar lecciones, sin duda tienes muchas más experiencias diarias de las que yo tengo, porque aún estás ensayando con la vida, yo ya no puedo hacerlo, he tomado muchas más decisiones por eso soy menos libre, pero tengo mucha más seguridad; la seguridad que todos los seres humanos buscamos, con el paso del tiempo nos reduce la libertad, al convertirnos en “caballos de hierro” que avanzan obligatoriamente por las vías de la rutina y la costumbre. La adquisición de conocimiento libre, sin ataduras previas, es importante, no es lo mismo el que adquiere su cultura viendo “reality shows” en la tele, que el que ha leído a Platón o Voltaire, ha viajado por el mundo, y se ha dejado influir por los que saben más que él.
La Cultura es como una gran montaña para un escalador, siempre difícil y arriesgada en su comienzo, pero hay que acometer su ascenso antes de que la oscuridad de su sombra nos lo impida, porque es cierto que las largas horas de lucha en la subida nunca van a ser un gran espectáculo de masas, ni nadie va a premiar tu esfuerzo, pero si no adquieres toda la cultura que puedas, ahora, terminarás contemplando la vida desde un objetivo estrecho, como una mirilla, siempre la misma imagen, que te terminará aburriendo soberanamente, hasta olvidarte incluso de que estás vivo. La Cultura permitirá ampliar tu mirada, acercando y alejando el objetivo, contemplarás entonces la realidad en su magnífico esplendor, no solo lo que los demás quieren que veas, no solo lo que tú incipiente ceguera por desuso o abuso te permitirá ver. Eso te permitirá mezclarte con el mundo sin miedo, y ese intercambio con todos los demás, es lo que te dará motivación para seguir adelante en busca de tu propio horizonte. El premio es poder hacerlo cada día, sin tener que renunciar a ser lo que realmente eres.
Sabes que nuestro querido Fernando, como nuestro amigo Marina, y otros muchos, como los alegres muchachos del UPyD, y los simpáticos compañeros del PSOE, son partidarios de implantar una asignatura que, con el rimbombante nombre de Educación para la Ciudadanía, tiene la pretensión de desintoxicar a los más jóvenes de los materialismos consumistas y políticos a los que están sometidos. Yo no soy partidario de esas cosas, aunque creo en la fuerza de la Educación, desconfío demasiado de lo que se puede hacer con ella, en un tiempo de cambios culturales como el que vivimos, porque la cultura no es una creencia, sino una realidad. La Cultura no se puede enseñar como las matemáticas, la historia o la biología, que también son Cultura, hay que adquirirla por contacto directo con el mundo, con los demás, no convertirse una vez más en espectadores, sino en actores, si quieres protagonistas, porque la Cultura, con mayúsculas, es una obra acumulada de todos/as en un tiempo determinado, antes circunscrita a determinados lugares, pero ahora el único lugar es el mundo, con unos cuantos matices de diversidad que permiten que algunos no seamos clones, ni borregos, ni esclavos.
Dentro de ese mundo global, nosotros somos españoles, europeos, occidentales, esa es nuestra identidad cultural común, que algunos quieren usurpar para que prevalezcan sus intereses y beneficios. Vivimos formalmente en una democracia liberal (otra falacia) y nuestra renta per cápita nos permite que no pasemos hambre física, pero todavía no nos da para que vivamos sin la desnutrición cultural que nos caracteriza, gracias a los políticos que tenemos, que retrasan la llegada del futuro como un pesado lastre, porque tienen más miedo de lo que les pueda ocurrir a ellos personalmente, aunque digan que es por nuestro bien todo el daño que nos hacen.
En esto de la política, quiero hacerte otra advertencia, ten en cuenta que lo particular nunca debe oponerse a lo común, sino mantener un equilibrio armónico entre ambas condiciones del ser humano. En nuestra sociedad hay que defender lo común tanto como lo privado, porque lo privado no podría existir sin lo común, y lo común, tampoco hubiera sido como es, sin defender lo privado. Una simbiosis de ambos es lo mejor. Es un grave error contraponer lo particular y lo común, pero precisamente es lo que hacen los políticos todos los días. Lo particular forma parte de lo común, pero sin confundirse en lo homogéneo, manteniendo la pluralidad.
Falacias discernidas
Fíjate lo que han hecho los nacionalistas en España, limitar el conocimiento a su verdad, al igual que hacían los franquistas, creando generaciones de borregos nacionalizados, estigmatizando a los jóvenes con su visión particular, adoctrinando en su práctica ritual, con el mismo proselitismo que los clérigos y frailes de la Edad Media ejercían por librar del demonio a sus feligreses, secuestrando culturalmente a todos los desgraciados que sufren sus falacias. En fin, con estas cosas de rellenar cerebros con datos, mejor no hacer experimentos, porque el daño puede y suele, ser irreversible. En un mundo en que las piernas de Cristiano Ronaldo son más valiosas que la sabiduría que entraña el conocimiento y la experiencia de un Premio Nóbel, o el sufrimiento de los más desafortunados, no debemos quedarnos satisfechos.
Pero ahí precisamente radican la grandeza de la libertad y la tolerancia, porque aunque no compartamos lo que otros hacen, siempre que lo hagan legalmente, está bien hecho. Los perjuicios morales no deben limitar el escenario de nuestra existencia, tanto como lo puede hacer la ausencia frívola de cualquier norma. La razón y el sentido común deben ejercer su imperio en la justicia humana, esa es la única norma que todos debemos asumir, para que luego podamos elegir las que nos parezcan mejores según nuestro criterio y cultura. Teniendo en cuenta que las creencias forman parte de la cultura, al igual que el conocimiento y la experiencia.
No quiero agobiarte demasiado, así que iré concluyendo, poniéndote un último ejemplo de lo que digo con ese partido político con nombre de compañía de transportes, que ha creado Fernando, con Rosa y Carlos, para explicarte lo que es una falacia, algo muy importante que debes conocer sin más dilación.
Una falacia es una mentira, habitualmente urdida por alguien con la finalidad de engañar al prójimo. Sí, también es una estafa, un timo, un acto de hipocresía, una propaganda fraudulenta, una publicidad sospechosa, una injerencia violenta y una inmoralidad tan flagrante como un delito esclarecido.
Una falacia consiste en ofrecer algo que se sabe de antemano que no se va a cumplir. Como cuando Rodríguez Zapatero ofreció pleno empleo al final de esta legislatura para ganar las elecciones y vamos ya por el 20 % de desempleo. Pues algo parecido ocurre en esta cosa que es la UPyD, porque de ofrecer regeneración democrática, se ha pasado a crear, con el esfuerzo de todos, eso sí, una propiedad manifiestamente mejorable, como un cortijo de la Duquesa de Alba, para Rosa Díez y sus palmeros; de considerar que la democracia era el único medio de convivencia posible, se ha pasado a crear una aristocracia de incompetentes que utilizan el poder con la poca luz que les ha concedido la naturaleza; de decir que la libertad era algo irrenunciable, se ha pasado directamente a la purga estalinista y la exterminación política de todo el que ha osado manifestar sus discrepancias; de considerar que la igualdad entre los compañeros era también irrenunciable, se ha pasado a distribuir privilegios por simpatías de la gran sacerdotisa y sus coadjutores hacia sus edecanes más entusiastas. La justicia ha quedado relegada a la conocida “ley del embudo” del feudalismo, inexistente para los señores y extrema en su aplicación para los siervos.
De Séneca a Savater
Y Fernando Savater, que tantas cosas nos ha enseñado, en esta ocasión se calla como una hetaira, porque le conviene, participando con su silencio de la falacia ejercida en la segunda obra social que ha contribuido a crear –la primera fue Basta Ya-, sin decir siquiera que lo que se está haciendo en su partido, es precisamente todo lo contrario de lo que él nos ha recomendado previamente en sus obras más conocidas: Ética y Política para Amador.
En las cosas de la política, nunca te fíes de nadie, Amador/a, solo de ti mismo/a, por eso es tan importante que tengas un criterio propio, que junto con tu voluntad e inteligencia serán siempre tus virtudes más preciadas. Para eso sirve la cultura, porque estas cosas que hace Savater, también las hacía nuestro compatriota Séneca hace dos mil años, cuando decía, después de haberse forrado con los negocios del momento, que ya le gustaría a él estar a la altura de hacer lo que proponía en su estoica filosofía, la más acertada de todas según sus palabras, pero él, pobre mortal, no alcanzaba la condición humana que requería predicar y dar ejemplo al mismo tiempo, aunque al menos tuvo la gallardía de hacernos ese precioso legado por escrito.
Los humanos somos así de contradictorios, palabra y obra son cosas diferentes. En política, la distancia entre lo que se dice y se hace, se mide en numerosas ocasiones en el rango de falacias, en menor cuantía en el de impotencias, y algunas, todavía más escasas, en el de imposibilidades. Distinguirlas y reconocerlas debe formar parte de tu discernimiento particular, para poder conocer y rechazar todas las argucias que te ofrezcan los actores del juego, con el único fin de seguir engañándote. El autoritarismo surge donde el ser humano ha dejado de ser respetado, no lo olvides.
Cuídate de las falacias, Amador/a, son mucho más peligrosas, incluso, que la estupidez humana, a pesar de lo que diga Cipolla.
Eli-Jo, la berenjena laica
Apostilla a la última frase: y las más peligrosas, las falacias emanadas de los estúpidos, donde se juntan Guatemala y Guatepeor, donde sólo la barbarie como catástrofe irremisible y redentora puede acabar rompiendo el bucle. El Día Después, siempre mejor porque se halla pasado el bucle (pero sólo por eso), ya será para "quien se lo trabaje". Atlantis se lo curra uno, no te lo regalan.
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